International Relations Theory DANA GOLD & STEPHEN McGLINCHEY

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Parece ser que en la actualidad existe un sentimiento de desorientación e inestabilidad educativa como consecuencia de los cambios sociales y culturales de las últimas décadas, no teniendo claro qué valores son los que se deben considerar fundamentales. Como consecuencia, los adultos no tienen claros los roles que deben desempeñar en la educación de los más jóvenes, ni los criterios y valores que deben fundamentarla.158

Las ideas que guían la actuación de la persona ante cualquier situación, es decir, los valores, esa actitud ante la vida, se aprende inicialmente en la familia. Los criterios para apreciar el mundo y el ser humano surgen también en este ámbito.

Por su parte, Brezinka plantea la cuestión de la crisis social en el tema de los valores y su repercusión en el campo educacional. Dicha situación se materializa en inseguridad a la hora de educar, restando posibilidades de acción. Los dos pilares básicos en el desarrollo de estas actitudes son la familia y la escuela.159

Como ya se ha mencionado, los individuos comienzan a conocer el mundo en el seno familiar. A menudo se rigen, por tanto, de acuerdo, con las normas e ideales de las personas que conviven más cerca de ellos.

158Cornelias, M. La educación de los valores en el seno de la familia. Madrid, España, 1993, p. 96. 159

Brezinka, W. La educación en una sociedad en crisis. Madrid, España, 1990, p. 77

En este sentido, el papel de la familia es fundamental, y se concretaría en torno a acciones educativas como las siguientes:160

฀ Infundir en el individuo confianza en la vida y en sí mismo; es decir, mantener una actitud afectiva básica que permita a la persona afirmar su vida, tener esperanza en el futuro y sentirse seguro en la comunidad a la que pertenece; que sienta que su vida tiene valor y que el mundo posee sentido.

฀ Posibilitar la autoconstrucción mediante el propio esfuerzo; es decir, fomentar una autodisciplina que lleve a la autoformación. Este ideal incluiría el cumplimiento de obligaciones y tareas (muy relacionado con la formación de hábitos), y toma de conciencia de su responsabilidad.

฀ Formar una imagen realista del mundo y de sí mismo (estrechamente vinculado al auto concepto).

฀ Atender el área de los afectos, los intereses y las fuerzas emocionales de la persona. Es el ámbito psíquico con el que se participa sentimentalmente en el mundo de las personas y de las cosas, y se da la vinculación con él. Esto supone establecer contacto con bienes dignos de estima, y jerarquizarlos, permitiendo actuar conforme a la escala de valores que confiere significado a la vida.

No cabe duda que estos fines serían igualmente válidos para la escuela. Pero ésta no puede comenzar a trabajar desde cero. El alumno debe traer asimiladas ciertas vivencias. La institución educativa puede completar esta formación, compensarla en algunos casos, pero la tarea se inicia en la familia.

160

Podall Farrús, M. Pautas educativas en la familia. Madrid, España, 1993, p. 85.

Esta reflexión coloca a las escuelas del bachillerato universitario frente a una responsabilidad en la que no es posible abdicar, delegando en las escuelas su papel insustituible en la formación original de actitudes, valores o afectos, pues son las coordenadas a las que remitirse al ampliar sus relaciones con otros ambientes.

Las vivencias de los estudiantes de bachillerato universitario en el seno familiar, van a condicionar todo su desarrollo posterior, guiado por los modelos que se les ofrezcan en ese ámbito.

A lo largo de la vida, ellos estarán rodeados de una diversidad de patrones de comportamiento, lo cual supone una dificultad para su asimilación, por su innata tendencia a la imitación. Por ello, la coherencia en cuanto a las líneas de intervención constituye un elemento esencial para el éxito educativo.

La coordinación familia-escuela, así como entre los propios adultos que rodean a los estudiantes, en cuanto a la transmisión de criterios educativos, es básica para evitar la desorientación de los mismos. No por esto debe haber una completa homogeneidad en las pautas de actuación, pero sí que no exista demasiada disparidad, para poder llegar al objetivo común: lograr la madurez, el equilibrio y la seguridad de los estudiantes del bachillerato universitario y con ello contribuir a la mejora de la calidad educativa.

E. A manera de conclusión

Educar a los jóvenes no es fácil, especialmente es estos tiempos en que reciben estímulos diversos que generan modelos de conducta correspondientes a culturas ajenas, no comprendidas, o acaso, desconocidas por los padres; los medios electrónicos de comunicación marcan una brecha generacional más extensa que antaño. Combinadas estas características y las diferencias entre padres e hijos

respecto a la moda, la música, el lenguaje y la lucha de los jóvenes por encontrar su propia identidad, hacen que su formación integral se convierta en un reto enorme para los padres de familia y la escuela.

Por su parte, la calidad educativa es algo más que el rendimiento escolar. Es una mejora del proceso enseñanza-aprendizaje en su compleja globalidad. Es perfeccionar el desarrollo pleno de la persona, atendiendo a todos los parámetros que configuran al individuo.

En este capítulo se ha intentado reflejar cómo la actuación de la familia puede influir decisivamente en el carácter de la formación integral del estudiante del bachillerato universitario, objetivo primordial y motor de la actuación docente.

La tensión en el hogar y la falta de estabilidad en las relaciones familiares hacen que los jóvenes experimenten carencia de motivación para estudiar, así como dificultad para concentrarse en las tareas escolares y extraescolares, lo cual provoca un rendimiento escolar deficiente o muy pobre.

Además, existen circunstancias constitutivas que no pueden cambiarse, en la mayoría de los casos, como son la estructura familiar o el nivel socioeconómico. Con esto no se quiere decir que los jóvenes con éstas o aquéllas connotaciones familiares, poco favorables, estén abocados al fracaso escolar. Al contrario, de lo que se trata es de crear conciencia en la comunidad educativa sobre la trascendencia de todo lo referente a este núcleo base que es la familia. Sólo así, manteniendo una relación vital entre ambas instituciones -familia y escuela- se podrán compensar las múltiples carencias que puedan presentarse en ambos contextos. Esta es la razón por la que se considera a la familia como factor coadyuvante en la calidad educativa.

CAPITULO VIII

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